Qué fácil resulta decirle a alguién que diga lo que siente.
Que lo escupa, que lo arroje antes de que se pudra dentro de él y le haga daño.
¿Quién nos da la facultad de dar un consejo cuando nadie te lo pide, y que tenemos en la punta de la lengua desde que el otro comienza a contarnos lo que le pasa?
Pero, ¿quién nos dice a nosotros mismos que es lo que debemos decir?, ¿Cómo controlamos ese torbellino de emociones ante una situación, tratando de ser políticamente correctos???
Nadie.
Por eso decimos en muchas ocasiones tantas cosas de las que posteriormente nos arrenpentimos.
¿Cómo se le hace para reprimirse cuando se es honesto?, cuando sabes que si dices algo puedes herir al que esta enfrente, pero que además te esta hiriendo a ti.
Cuando un tercero te pide que seas tú quien muestre un poco de prudencia e inteligencia y te quedes callado.
No soy buena para mentir, casi nunca lo logro.
No soy buena para decir cosas que no siento frente a gente que me importa.
Pero, últimamente me cuesta mucho trabajo frenar mis emociones y me frusta tanto darme cuenta de que al final de tanto circo la única a la que le duele es a mi.
Hoy buscando en el cielo la luna, que parece que no tiene ganas de que la vea, intento equilibrar mi alma para no lastimarme más.
Pero no logro dar con la forma de sólo flotar entre las palabras y dejar las emociones guardadas en un cajón.
¿Quién tiene la respuesta a lo que mi alma se cuestiona?, ¿Quién tiene ese consejo que sin palabras estoy pidiendo?.........
