27/9/11

El Destino

¿Que carajo es el destino, o quién lo invento?.
Seguramente alguién con mucho tiempo libre, que vivía esperando que las emociones se adueñaran de su vida.
O tal vez alguién con tanto miedo a vivir que se justificaba pensando que en algún momento todo lo que deseaba llegaría a tocar su puerta para quedarse con él.
Personalmente yo creo en el destino, pero quizás porque no puedo dejar de amar las novelas románticas o puede ser porque simple y sencillamente soy medio idiota, mmm no sé cuestion de enfoques supongo.
La cosa está en que me gusta la idea de que esa persona que se cruzo por un instante en mi camino y a la que no le pregunte la hora para entablar conversación, se volverá a cruzar alguno de estos días.
O que ese libro que he intentado a escribir en varias ocasiones y que hoy forman un bonito calendario en mi habitación, con sus hojas llenas de ideas, llegará a materializarse alguna vez.
Pues romántica o no, el destino es mi amigo. Me ha escupido en la cara más de una vez que algo tenía que ocurrir en el momento que él decidiera y no cuando yo más lo quería.
Hoy pongo atención a los pequeños detalles porque regularmente ahí esconde sus señales. ya no voy por la vida deambulando, esperando que caiga a mis brazos o a mi cabeza cual caca de paloma al pasar cerca de una iglesia.
Hoy trabajo para darle un empujoncito y acelere su llegada, porque el tiempo no se detiene y en ocasiones le gusta pasar factura.
Hoy sé que mi alma gemela va a estar a mi lado toda la vida, aunque no sepa aún de que manera y eso me hace que broten los eslavones de la cadena de mi camino.
Sigo escribiendo el libro áquel para el cual no se me ocurre un título, pues le he cambiado tantas veces el paisaje al protagonista que ya no se ni en que época vive.
Pero me salta el corazón cada que pienso en el destino, porque sé que me espera recostado en una hamaca, frente a la playa, con una cerveza y gozando el calor de un atardecer.
Hoy solo me preocupo por tomar el tren a tiempo para llegar a su encuentro, darle un beso, rodearlo con mis brazos y llorar de alegria para seguir caminando juntos hasta el fin.